Cada Navidad nos enfrentamos a la misma pregunta: ¿qué es más sostenible? ¿Decorar nuestro viejo árbol de plástico o hacer que talen uno natural?
La lógica nos inclinaría a pensar que los árboles de plástico son más respetuosos con el medio ambiente ya que los reutilizamos año tras año, sin embargo, un árbol artificial debería de usarse entre 10 y 12 años para igualar la huella de carbono de un abeto natural que se composte una vez pasadas las fiestas.
Una de las principales razones reside en que los árboles de Navidad artificiales están hechos de plástico, la mayoría de las veces de PVC o polietileno. A esto habría que sumarle que más del 85% proceden de China y países del sudeste asiático, por lo que su fabricación, transporte y posterior eliminación resultan altamente contaminantes.
Los árboles artificiales no son reciclables, tardan cientos de años en descomponerse y casi siempre terminan en los vertederos.

Según la organización británica Carbon Trust, la cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero producida por la fabricación de un árbol artificial es de 40 kg de CO2, mientras que la huella de carbono total de un árbol natural convertido en compost o en leña es de 3,5 kg.
Para que la huella de carbono de los árboles naturales se mantenga baja hay dos puntos fundamentales: su procedencia y su posterior eliminación.
¿De dónde tiene que ser mi árbol de navidad natural?
Los árboles de Navidad naturales deben de proceder de viveros y bosques de producción controlada. De nada sirve comprar árboles sin un etiquetado que atestigüe su procedencia ya que podrían haber sido talados ilegalmente lo que sería totalmente contraproducente.
En España se cultivan principalmente dos variedades de abetos para su venta como árbol de Navidad, el Abies nordmanniana y el abeto rojo, o falso abeto. La producción se concentra en Cataluña, Navarra, País Vasco y Aragón, y se enmarca en el sector forestal, por lo que tiene importantes repercusiones económicas en el mundo rural, generando empleo y ayudando a fijar población.

Al proceder de explotaciones controladas, se garantiza que el crecimiento de estos árboles no afecte a los ecosistemas locales o pueda dañar el suelo, como otras especies no autóctonas. El hueco de cada árbol extraído será ocupado además por una nueva planta, iniciando así un nuevo ciclo natural.
El árbol natural capta CO2 de la atmósfera durante su crecimiento, almacena carbono y devuelve oxígeno. Mientras esté vivo ayudará a mitigar los efectos del cambio climático.
Un árbol artificial emite CO2 tanto en su fabricación como durante su eliminación.
Árbol de Navidad, ¿cortado o en maceta?
Dependerá de su destino final, como veremos más adelante, pero si queremos replantarlos la única opción que tenemos es comprarlos con cepellón. Aún así, pocos sobrevivirán a unas Navidades en interior cargados de luces que emiten calor, nos confirma el Colegio de Ingenieros Técnicos Forestales.
¿Cómo me deshago de mi árbol?
Evidentemente, los árboles naturales son biodegradables. Pero para mantener su huella de carbono baja es importante tener claro su destino final, ya que si terminan descomponiéndose en un vertedero su emisión aumenta de 16 kg de CO2 por árbol, que se sumarían a los 3,5 kg ya mencionados.
Las opciones más comunes son que se conviertan en compost, previa trituración, o que se trasplanten.

Si lo vais a trasplantar lo mejor es hacerlo en un jardín, nunca en el medio natural sin un control del área y la especie de la que se trate. Lo mejor es informarse en el ayuntamiento del servicio de recogida de árboles naturales. Los ejemplares más fuertes serán transplantados en jardines y parques públicos, los que no sobrevivan serán triturados y convertidos en abono para nuevos árboles.
Conservarlos hasta el año siguiente es difícil, primero porque necesitaréis sacarlos al exterior, ya sea al jardín o a una terraza, exponiéndolos al aire, al sol y al agua de lluvia, segundo porque son especies de crecimiento rápido que necesitarán más tierra y espacio. Tendréis que ayudarles además con minerales y materia orgánica suplementaria.
Otra de las opciones es elegir un vivero que además de con un servicio de entrega cuente con uno de recogida.
Por María Salvador
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